Querido lector(a), y coautor(a) de mis obras:
Con tu permiso, voy a tutearte. No te conozco personalmente, pero eso no me impide dirigirme a ti como si hubiésemos compartido buenos momentos en algún lugar, seguramente lleno de literatura, en forma de páginas, ideas, imágenes y sugerencias.
No sé, ni ello supondría una gran diferencia, si tienes ocho años, o doce, o dieciséis, o veintitrés, o cincuenta y cuatro, o los que sean. De igual modo me dirijo a ti como parte integrante de mi obra.
Quiero darte las gracias por haber aportado vida, sentido, forma, emoción e inteligencia, como lector(a), a algunas de mis páginas (y si no lo has hecho aún, te las doy por anticipado por si alguna vez lo haces). Como bien sabes, la lectura literaria, cuando lo es de verdad, es un acto de creación artística compartida, en la que cada lector, de manera personal y única, da definitiva forma, vida y sentido a lo que el texto le ofrece. Sin esa decisiva colaboración, el libro quedaría en tierra de nadie, sumido en una espera llena de silencio y oscuridad.
Por mi parte, procuro siempre ofrecer en mis obras, en función de las posibles edades de sus lectores, los suficientes elementos para que esto se cumpla porque, cuando es así, la lectura literaria es algo muy singular y distinto a las restantes formas de transmisión de historias de que disponemos. Es algo que merece la pena mantener, conservar y prolongar en el futuro, por el bien de todos.
De nuevo, gracias. Sin ti, y otros como tú, muchas de mis páginas no hubiesen llegado nunca a su verdadera dimensión.
Joan Manuel Gisbert