Lecciones y Maestros 2013
Seminario de Literatura Infantil y Juvenil
Santander, 18 junio 2013
LO QUE TÚ PUEDAS HACER
Basilio Baltasar
Presentación efectuada por Basilio Baltasar en el Palacio de la Magdalena, de Santander, en el acto inaugural del VII Seminario Lecciones y Maestros, organizado por la Fundación Santillana, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Joan Manuel Gisbert es considerado un narrador de sueños, un arquitecto de lo imposible, un hacedor de enigmas, un constructor de laberintos, un hechicero de las palabras, un creador de misterios, un fabricante de ilusiones y un viajero en el tiempo.
¿Cabe añadir algo más?
Sí: un diseñador de escenarios fantásticos, un guardián de olvidos, un descifrador de misterios arcanos, un explorador de abismos…
Con esta colección de títulos, que casi nos parecen emblemas de los venerables títulos nobiliarios, ya podemos hacernos una idea del mundo que descubren los lectores de Joan Manuel Gisbert.
Para los incipientes lectores la obra de Gisbert será quizá la primera invitación que reciban a conocer el mundo. No el mundo de las cosas evidentes, sino el mundo de la imaginación por el que respira luminosamente el alma creativa de la Humanidad.
Gisbert afirma que la materia de la realidad está constituida por el misterio y que es éste misterio el que debemos enseñar a descubrir a los jóvenes lectores. La obra de Gisbert se revela entonces como una promesa y al mismo tiempo como un ejercicio que alimenta la amplitud de miras con que un joven debe convertirse en hombre.
El misterio, dice Gisbert, es un reto que estimula las facultades superiores del entendimiento.
Apréciese la distinción: Gisbert no habla de entretenimiento sino de entendimiento. Es obvio que los chavales lo pasan bien leyendo, pero al mismo tiempo crece su inteligencia y se expanden las facultades que necesitará en su larga peregrinación de ser humano.
De las enseñanzas incluidas en los libros de Gisbert hay una en especial que me gustaría destacar. Cuando el autor nos dice que “el Tiempo es inmenso, los lugares incontables y las historias por contar casi infinitas”, no sólo nos muestra la maquinaria de su creatividad sino el enorme sentido de la libertad que alienta su ejercicio narrativo.
Una visión del hombre y del cosmos anclada en la principal herramienta cognitiva y formativa: la lengua. Cuando Gisbert destaca su compromiso formal con el mayor nivel expresivo, conceptual, estético, léxico, semántico y constructivo, nos indica cuál es el aprendizaje que emprenden cada uno de sus lectores.
Especialmente significativa es su reflexión sobre las dificultades de la lectura y cómo debe desplegar cada lector su propio esfuerzo para superar los obstáculos:
“los libros que más necesitan de vuestra inteligencia, de vuestra sensibilidad, de vuestra capacidad de concebir ideas potentes, son los libros que más satisfacciones os darán”.
Es en el empeño puesto en expandir la capacidad cognitiva de los jóvenes dónde podemos encontrar el sentido y utilidad de la literatura: no sólo un ejercicio de imaginación creativa, no sólo el descubrimiento de las potencias del ser humano, no sólo la belleza y riqueza del lenguaje, sino también la organización de la inteligencia.
Otro aspecto que no debemos descuidar y que aparece puntualmente reseñado en los textos que la revista Peonza ha dedicado a nuestro autor: la levadura de la aventura. Así la llama Gisbert cuando se confiesa dispuesto a despertar en los lectores una doble reacción: la curiosidad por la aventura y la aventura de la curiosidad.
Si a temprana a edad, alentados por los libros, sentimos la llamada de la curiosidad, el saber oculto en la infinidad de las historias, cuentos y relatos que vamos a escuchar y leer, es muy probable que sepamos ser hombres y mujeres entregados a una vida plena, fructífera y cabalmente comprometida con su propio destino.
A este tipo de lectores, Gisbert los llama: “cómplices-recreadores”, pues se entregan por cuenta propia, con su intensa capacidad de atención, retentiva y evocación, a un acto de creación artística compartida.
Estos lectores no son pasivos: leen sentados, acostados o tumbados en una hamaca, ensimismados, pero no son pasivos: su mente se activa y discurre a una velocidad que asombraría al más potente de los ordenadores de nueva generación.
Por eso seguimos creyendo que los libros son el artefacto tecnológico más depurado, el más evolucionado y el que jamás tendrá por encima nada que lo supere. El libro contiene, protege, expone y se muestra disponible, portátil, siempre a mano, sin consumo energético, sin más sistema operativo que el de la mente de su lector.
Les dejo ahora con nuestro autor pero antes quiero citar las cinco razones que Gisbert da para orientar la vida profesional hacia las actividades artísticas y creativas:
1. Por necesidad existencial; 2. Porque las obras que tú puedas hacer, nadie más podrá hacerlas; 3. Las dotes creativas no son el regalo caprichoso del azar ni del destino; 4. Por fidelidad a uno mismo; 5. Porque tienes que devolver lo que recibiste.
He aquí una filosofía de vida, una visión metafísica y un homenaje al poder de la literatura.
Gracias.
Basilio Baltasar es editor, Director
de la Fundación Santillana
y director del
Seminario Lecciones y Maestros.